5. Presiones y amenazas
Lalo de Almeida, 2018.
La Amazonía no está a salvo del impacto de megaproyectos de infraestructura e industrias extractivas como la construcción de carreteras y vías, la instalación de centrales hidroeléctricas y las concesiones de minería y petróleo. Así mismo, las actividades agropecuarias (agricultura y cría de animales) y la explotación forestal son dos elementos que afectan el área con intensidad variable entre las Amazonías de los países que conforman la región.
Por otro lado, también esta extensa unidad enfrenta los embates de las actividades ilegales que la afectan en sus ambientes terrestres y acuáticos, como la minería, la extracción ilegal de madera y la presencia de cultivos ilícitos.
Todas estas acciones humanas se reflejan en las dinámicas de deforestación, fuego y pérdida de carbono en su matriz vegetal. A lo largo de este trabajo presentamos una visión de la situación actual de todas estas actividades, así como la variación que las variables indicadoras, antes mencionadas, han tenido a lo largo de los últimos años.
Más de la mitad de las unidades de análisis en la Amazonía (65,8%) se encuentran sometidas a algún tipo de presión instalada o en curso: sean actividades extractivas como la explotación de petróleo y minerales, el desarrollo de infraestructura vial, la actividad agropecuaria o la presencia de hidroeléctricas. Las áreas con mayor presión se localizan en las zonas periféricas del bioma, en las zonas montañosas y de piedemonte situadas al occidente, especialmente en Ecuador, al norte de Venezuela y, hacia el sur, en Brasil.
Considerando el panorama regional, todos los países tienen la mayor parte de su territorio amazónico sometido a algún tipo de presión, predominando los índices moderados y altos. Se observa que Ecuador es el caso más dramático, con 88% de su territorio amazónico impactado por algún tipo de presión, clasificando más de la mitad (63%) dentro de los indicadores de presión “alta” (18%) y “muy alta” (45%).
Cola de camiones en la BR 163, Pará, Brasil. Daniel Paranayba / ISA, 2017.
Sobre el 27% del territorio amazónico recae algún tipo de amenaza. Casi todos los países de la región tienen una parte de su territorio amazónico amenazado por algún proyecto de infraestructura (vías o hidroeléctricas) o de actividades extractivas (minería o petróleo).
Perú sobresale como el país con el mayor territorio de su Amazonía amenazada (42%), registrando índices “muy altos” de amenazas tanto de proyectos de desarrollo de vías e hidroeléctricas, como de explotación petrolera.
En el caso de Brasil y Venezuela (27% y 18% de territorio bajo amenaza, respectivamente), los proyectos hidroeléctricos y de minería son amenazas que igualmente encajan bajo la categoría “muy alta”, en tanto que la extracción de minerales es también una amenaza presente en otros países de la región, aunque bajo el indicador de “muy bajo”.
Bolivia refleja un área extensa de interés mayormente hidrocarburífero, seguido de la minería e hidroeléctricas; en el 15% del territorio la amenaza es de “media a muy alta”. Colombia no presenta amenazas “muy altas”, sin embargo la posibilidad de explotación minera y petrolera se mantiene en su territorio amazónico.